Dos amigos decidimos animarnos a la locura. Con casi nada, salvo una enorme ilusión y muchas ganas, resolvimos que era ahora o nunca el momento de concretar nuestro sueño: recorrer el continente americano en moto. Ahí vamos.

jueves, 18 de diciembre de 2014

Esa cosita naranja que se ve atrás de la cosa azul no es la cucha del perro, es la carpa que adquirí con el magro presupuesto con el que dispongo. Pero José me dijo que si hace muuuuucho frío o diluvia, el me va a dejar guarecerme en su simil dos ambientes.
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desbocado festejo académico en Monte. Por suerte no hubo disturbios ni heridos que lamentar y el grupo de seis personas se desconcentró sin inconvenientes después de desgañitarse durante 17 minutos, seguido bajo la atenta mirada de un inspector de tránsito.

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miércoles, 10 de diciembre de 2014

Tal lo anunciado en el grupo de facebook "ushuaiaidayvuelta", mudamos las notas y las fotos a este querido y entrañable espacio, para que no solo los amigos (que han comentado abundante y agradecemos el gesto) puedan acceder, sino que también aquellos no tan amigos tengan la posibilidad (nada prometedora) de mirar lo que andamos haciendo por ahí. En breve subiremos fotos (distintas a las ya publicadas, espero) y alguna que otra croniquita, teniendo en cuenta la proximidad de la partida. Leer más...
Ushuaia, de ida y vuelta
Como ya no me dolía tanto la cintura –lo peor había pasado- y el sommiers me estaba resultando demasiado cómodo, además vengo comiendo bastante bien y seguido, y los compromisos no son una cosa que en esta época me atormenten, me puse a pensar en cómo cortar este aburguesamiento citadino, y que no se me hiciera una insalubre costumbre. Y de tanto pensar apenas se me ocurrió por qué no hacer algo al respecto. Es decir, sólo se me ocurrió hacer la pregunta; la respuesta, queridos amigos, vendría después, unos cinco minutos después. Me voy a la mierda en moto. Claro, esa respuesta planteaba algunos interrogantes, entre ellos cómo hacerme de una moto para, justamente, hacer el viaje en moto. La solución cayó de arriba, o mejor dicho, del costado, porque mi vecino José, también un poco harto de muchas cosas –aunque esto es una suposición que me pertenece y de la que no me hago cargo- dijo “vamos juntos, yo te presto la plata para la moto y me la devolves después”.
Ante esa proposición, a la que sinceramente no pude negarme, y créanme que lo intenté (otros cinco minutos), claudiqué a la tentación de hacerme a la ruta nuevamente, con bólido nuevo, expectativas renovadas y estreno de compañero. Y fue tan así que en noviembre compramos las motos, las carpas, los colchones inflables, las muñecas inflables, las linternas, las ollitas y un limitado etcétera más. Las máquinas, para variar, no las conocíamos así que, como sucedió en el viaje a México con el camarada Ramiro, las elegimos sopesando precio y cilindrada, pero sobre todo precio. Del resultado de esa ecuación, sacada con el dedo en el aire, fue que adquirimos unas oscuras zanellas Naked 350cc de las que poco puedo decir en este momento, ya que no las hemos rodado mucho. A fuerza de ser sincero sabremos de qué están hechas cuando ya nos hayamos adentrado en la rebelde Patagonia, que será, si Dios y la Patria (pero fundamentalmente La Reforma) quieren, a fines de diciembre (con la fresca). La idea, no exenta de modificaciones de última hora, es recorrer la costa del Atlántico (por el lado firme, en lo posible) hasta el punto límite del continente, cruzar a Ushuaia, darle la vuelta, y retornar por la Ruta 40. Todo esto, que contado así parece una pavada, nos llevará a andar unos 6 mil kilómetros más o menos. El tiempo para la excursión, en mi caso, es de un mes, por razones estrictamente familiares (esto lo digo por vos, Malén). En lo que hace a mi co-equiper, José “Naked” Gelis, será lo que el Señor (dinero) disponga. Su idea, me atrevo a confesar sin su permiso, es remontar la América sin más barreras que la que le puedan poner los imprevistos del camino, aunque no creo que estos le puedan hacer flaquear demasiado. 
Pero bueno, queridos amigos, este contacto de inicio, de bienvenida, de presentación, de anuncio, de propaganda, de confesión, no es más que eso, un contacto de inicio, de bienvenida, de presentación, de anuncio, de propaganda, y fundamentalmente de confesión, porque al saberlo ustedes, no nos va a quedar otra que asumir el compromiso con la presión que implica abandonar el anonimato del emprendimiento. Esta vez, os prometo, no vamos a pedir nada a nadie (bah, sí, a algunos ya le hemos pedido bastante (esto lo digo por vos, Rodríguez Carámbula), ni, sospecho, haremos una peña para recaudar fondos (más allá de que algunos la exijan a gritos por el solo hecho de compartir un rato, una cerveza o escapar de la casa una noche), por la sencilla razón de que es un viaje medianamente corto, por el interior del país, y si llegado el caso nos quedáramos secos como pasas, no tendríamos más que telefonear a algún contacto (esto lo digo por vos, Ariel) o a la grúa del seguro (y esto lo digo por vos, Mercantil Andina). 
Así que, muchachos y muchachas, por este medio (que podría mutarse a blog, si se nos complica mucho) les haremos llegar alguna que otra crónica y muchas fotos que esperemos sean buenas (y esto lo digo por vos, compañera Fernández), para que ustedes, mate en mano y bajo la parra loca que cada verano los protege de “la calor”, abran su laptop, celular o Tablet, y recorran con nosotros, otra vez, algunos paisajes de nuestro querido continente. MT.

Cuestión de vida 

Qué decir o agregar. Solo una pequeña explicación a mi tan inmensa decisión, a partir de cosas que pasaron en mi vida (que no vienen al caso mencionar) y que me hicieron dar cuenta que la vida es muy corta para tanto postergar, es necesario dar un giro drástico y comenzar lo que espero sea LA AVENTURA de mi vida: viajar hasta que el cuerpo o la vida me diga basta, un pequeño bichito que cada vez se hizo más grande en mi interior y que ya no me permitía disfrutar mi vida, que a la vista de los demás era perfecta, al fin me pudo y conseguí, gracias al apoyo de la gente que tanto me quiere, poner en marcha tal proyecto o sueño, y empezaremos por Ushuaia en compañía de mi amigo Marcelo, después...solo el tiempo lo dirá. 
Sueño con viajar, siempre fue así, mi pasión, poder recorrer los caminos sin tiempo, sin nada que me ate a ningún lugar, y este es el motivo por el que no dude en emprender este viaje, siempre quise conocer el sur de mi país, y por qué no en moto. Y con un amigo. La propuesta llego en el momento justo en que decidí hacerlo. Soltar todo y comenzar una nueva vida. Después de todo, nunca es tarde.... ¿Y que nos impedía hacerlo? Solo el tiempo que necesitábamos para organizarlo, y el momento llego, solo queda ultimar detalles y esperar las vacaciones, pero ya está en marcha. A rodar se ha dicho. JG. Leer más...

sábado, 4 de septiembre de 2010

Despedida

Amigos, llegó la hora de la despedida. Me toca a mí escribir las últimas líneas de esta locura que empezó como un delirio entre las nubes del alcohol y se fue transformando acaso en el viaje más increíble, el más profundo de nuestras vidas. Sin duda somos otros; los mismos, pero bien distintos. Un amigo mexicano nos dijo que aún no nos caían los veinte de lo que habíamos hecho, que pasaría tiempo hasta que poco a poco fuéramos dimensionando todo lo que habíamos vivido, todo lo que nos habían dejado los 20 mil kilómetros recorridos de sur a norte, las más de cinco veces que cruzamos la cordillera de los Andes en un sentido o en otro, los impresionantes paisajes que nos rodearon, las decenas personas maravillosas que conocimos en el camino. Tenía razón. Y ahora que tocan estas palabras de despedida, no encuentro las más apropiadas para cerrar nuestros relatos.

Hace seis meses ni siquiera nosotros mismos estábamos seguros de que llegaríamos a destino. Habíamos aprendido a andar en moto apenas un tiempo antes, no nos habíamos trazado más que una línea imaginaria en un mapa impreso sin demasiados detalles, no sabíamos cuánto dinero necesitaríamos ni si la indumentaria que llevábamos era la adecuada. Todo lo fuimos aprendiendo sobre la marcha; incluso hasta qué punto podíamos desafiar a nuestra paciencia. Pero llegamos. Y llegamos a uno de los países más bellos, a una tierra generosa, con gente amable y paisajes increíbles. México es, sin duda, el mejor cierre que podíamos imaginar para un viaje como el nuestro.

La vuelta al Distrito Federal nos puso ante la realidad de que éstos eran los últimos días que nos quedaban de nuestra aventura y nos propusimos exprimir cada gota de sudor que hiciera falta para disfrutar de la inmensa riqueza de esta tierra. Caminamos a lo peludo caliente, fuimos en todas las direcciones por debajo y por encima de la ciudad en su impresionante red de metro, entramos a cuanto museo pudimos y buscamos como sedientos los murales del genial Diego Rivera para tratar de entender un poco más de la cultura y la historia mexicana.
Fuimos a la casa que compartieron él y Frida Kahlo en el hermoso barrio de Coyoacán, a pocos metros de la casa de Trotsky, viajamos hasta Teotihuacán, donde llegamos exhaustos a la cumbre de la pirámide del sol, subimos a la de la luna y nos quedamos maravillados con ese despliegue arquitectónico fenomenal y sus impresionantes esculturas de serpientes emplumadas.
Navegamos por las aguas de Xochimilco, la Venecia mexicana, en la que siguen intactas las islas (chinapas) que durante centenares de años fueron construyendo y ampliando desde los mexicas hasta nuestros días y entre las cuales se puede navegar en las trajineras, unas embarcaciones sencillas pero decoradas increíblemente impulsadas con una vara por un diestro piloto que se desentiende de uno mientras esquiva otras tantas trajineras, unas con parejas solitarias buscando un remanso para dar rienda suelta a su amor, grupetes de amigos celebrando cuanto se pueda imaginar, o simples turistas que, como nosotros, tienen los ojos desbodrados por tanto despliegue de colores.
Entre una trajinera y otra circulan marichis ofreciendo sus canciones para los más diversas ocasiones, barquitas con comida típica, kioscos flotantes y hasta fotógrafos con su equipo a la espera de inmortalizar un beso, un brindis o una sonrisa en ese lugar encantador.
Habíamos llegado a México buscando historia y no íbamos a irnos sin visitar el que es tal vez, uno de los museos más grandes del mundo por su tamaño y su colección de objetos: el Museo de Antropología e Historia de México.
Cuando contamos que lo recorrimos en un solo día, los mexicanos nos miraban con los ojos como el dos de oro. Nadie en su sano juicio lo haría en menos de tres o cuatro jornadas. Porque es inmenso, pero sobre todo porque es tanta la cantidad de cosas para ver que uno no puede creer que no se haya vaciado el territorio para exponer allí todo eso. Y lo increíble es que allí apenas se exhibe una mínima parte de lo que se puede encontrar en todo el país. Esculturas de todo tipo y tamaño, cerámicas más altas que una persona y más chicas que un dedal, códices mayas, restos de embarcaciones, de collares, de cascos, pecheras, tumbas, piedras de sacrificio... en fin, imposible de detallar.
Y el famoso calendario azteca, que ahí vinimos a saber que no es ningún calendario sino otra cosa que no entendimos muy bien, pero que es igualmente maravillosa. Impactados por todo, pero especialmente cuando nos sentamos ante esta colosal escultura, empezamos a tomar conciencia de que venía el momento en que nos separábamos, el momento en el que las palabras estaban de más porque a esta altura de lo compartido nos podíamos entender con apenas un gesto, el momento en el que decir algo tal vez enturbiara la magia de los momentos cuyos recuerdos empezaban a fluir de a uno y tomados de la mano por nuestras memorias.
Llegaba el momoento del abrazo, de la despedida. Sabíamos que cuando uno de los dos partiera, algo de todo esto concluía. Lo que empezó como una locura tejida entre dos, terminaría cuando uno de nosotros ya no estuviera y las complicidades se diluyeran entre las frías palabras de un mail.

De modo que también aquí se termina esta historia, la de este blog que nos tuvo hermanados con tanta gente amiga, tanta compañía a cada paso, a cada kilómetro recorrido. Sepan que siempre estuvieron allí y que si estas crónicas sirvieron a algún sueño, a despeñar algún impulso por las barrancas del entusiasmo, si logró empollar lo que siempre parece una locura hasta que se empieza a acometerla, pues entonces, queridos amigos, estaremos sintiendo la mayor de las satisfacciones, pues el único contagio que merece festejo acaso sea el de perseguir un sueño.

Nosotros, por nuestra parte, encontramos respuestas a preguntas que no sabíamos. Encontramos historia, encontramos paisajes, encontramos aventuras y desventuras, nos encontramos a nosotros mismos, pero sobre todo, encontramos gente linda. Eso, por sí solo, ya merece lo que hicimos.

Hasta pronto, amigos, hasta pronto.


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jueves, 2 de septiembre de 2010

otra vez en el pago chico

Y como todo tiene un final, al menos para mí este viaje que duró poco más de seis meses llegó a su fin. Desde el 20 de agosto estoy en mi país, en mi ciudad, en mi casa, en mi baño y en mi colchón. Desgraciadamente también estoy en mi trabajo (chiste). El viaje de vuelta me llevó poco más de 9 horas. El de ida, 180 días. Pero mamma mía!!! Que 180 días. La vuelta, a que negarlo, fue linda, porque me reencontré con muchos amigos muuuuy interesados en que desgrane los detalles de la aventura. Pero lo más grato fue el reencuentro con la familia, con mis hermanos y sobre todo con mis once sobrinos. Obviamente con mi vieja que me recibió con mi comida favorita humeando en la cocina. Ah, que grato es volver, aunque me hubiera gustado tener la suerte de mi compañero que el primero de septiembre tomó su avión rumbo a El Cairo, donde seguramente lo esperará Marita con su comida favorita humeando en la cocina.
El que salió a recibirme también fue el fresco clima. Pasar de los más de 40 del caribe a los menos de 5 en la ventosa pampa no es moco de pavo. Gracias al cielo los abundantes abrazos cariñosos mitigan todos los fríos de este mundo. Debo aclarar que no me gustó la bienvenida que me propinó “Chiquito” Gutiérrez, mi perro. El muy juna gran siete me desconoció e incluso se atrevió a gruñirme en la cara; quiero pensar que estaba reprochándome el prolongado abandono, y no el inesperado regreso.
Hace poco más de una semana que estoy en Santa Rosa, y en estos días he comido más asados que todos los comidos durante seis meses, que fueron dos. También he contado las mismas anécdotas decenas de veces, pero muy contento de poder hacerlo, porque es compartir lo vivido con los que hubieran querido hacer lo mismo y por diferentes razones no pueden. Aunque quiero decir que a partir de lo que les cuento, no pocos se están decidiendo a por lo menos ir al Machu Pichu en avión o en micro.
En estos días concurrí a un programa de televisión en Canal 3 y me han invitado a otros de radios, compromisos asumidos que pretendo cumplir, porque esos programas y esos periodistas amigos no han hecho otra cosa todo este tiempo que apoyarnos y difundir lo que estábamos haciendo.
No pensé que nuestra aventura loca pudiera sembrar tanto interés de gente desconocida. “¿Vos sos el del viaje en moto que sale en los diarios?”, fue la pregunta que ignotas personas me hicieron en distintos lugares, para luego felicitarme por el logro. Obviamente yo disfruto del privilegio de la “fama”, cosa que no podrá hacer Ramiro cuando vuelva, porque yo habré cosechado ya todos los frutos de ese reconocimiento jajajajajaja. (Bah, triste consuelo de tonto y de envidioso por no poder seguir de vacaciones como él).
Otra de las cosas que me piden conocidos y no tanto es que no dilapidemos tanta aventura y tantos lugares recorridos y plasmemos todo en un libro, cosa que no esta en nuestras mentes perversas, pero que no descartamos de plano. El tiempo dirá. Leer más...