Dos amigos decidimos animarnos a la locura. Con casi nada, salvo una enorme ilusión y muchas ganas, resolvimos que era ahora o nunca el momento de concretar nuestro sueño: recorrer el continente americano en moto. Ahí vamos.

lunes, 15 de junio de 2009

Las motos

Dirán que somos improvisados, que la locura ha hecho estragos en nuestros cerebros, pero es que hace dos días quedamos absolutamente flechados desde que conocimos a nuestras próximas compañeras de viaje. Hace dos días las vimos, seductoras, sensuales, engatusándonos con sus curvas imponentes. Supimos que eran ellas, que serían ellas las que nos acompañarían. Esas certezas que se sienten en la boca del estómago. Allí están para que pronto, muy pronto, vayamos por ellas para que nos lleven por los recodos de este sueño. Sólo para que las vean... Leer más...

lunes, 8 de junio de 2009

El sueño

Sería menester presentarnos. Somos dos periodistas de apenas una treintena de años que durante la última década, y algo más, hemos trabajado, y aún lo hacemos, en diarios y en áreas de prensa de instituciones de la ciudad de Santa Rosa (La Pampa – Argentina). De proyectos como el que pretendemos encarar sólo tenemos algún que otro relato leído. Pero una fe a prueba de todo. Por lo pronto ya nos estamos dejando crecer la barba y no nos cortamos el pelo para que hasta el más desprevenido que nos vea se dé cuenta de que riesgo y aventura son nuestros nombres y apellidos.

En concreto, somos dos tipos cualquiera un tanto hartos de la rutina diaria y del laburo, pero fundamentalmente convencidos de que “si no lo hacemos ahora no lo hacemos más”.

Menester también es aclarar, a fuerza de ser sinceros, que experiencia en este tipo de viajes no tenemos. Y menos en motocicletas. El proyecto, como idea, parece una locura. Llevar esa idea a la práctica resulta, cuanto menos, una locura al cuadrado. Pero no seremos los primeros en intentarlo y mucho menos en lograrlo, porque lo que sobra, entre las pocas cosas que nos sobran, por el momento, son ganas.

Es decir, no hablamos de nada nuevo. Hablamos “simplemente” de cubrir miles de kilómetros en motocicleta, siguiendo la ruta que ya trazaron otros, entre ellos Ernesto “Che” Guevara y su amigo Alberto Granado, hace ya de esto demasiados años. No nos proponemos seguir al pie de la letra la huella que ellos marcaron, ni tampoco hacerlo a bordo de una sola motocicleta; sí en dos. El proyecto, la idea, es tocar todos los países de la costa del Pacífico y en lo posible hacer escala en cada uno de los lugares históricos ya sea por su contenido cultural (prehispánico e hispánico) o turístico, además de los sitios que nos parezcan dignos de visitar sin que cumplan con alguno de esos dos requisitos.

Una cosa sí esta en claro, y es que cada uno de nuestros pasos, y fieles a la profesión que nos ha permitido sobrevivir hasta el presente, será volcado como “crónicas de viajes” en este blog, sitio que tenemos la esperanza de decorar con muchos, pero muchos, anuncios de auspiciantes (grandes, medianos, chicos y chiquititos, o “chiquiticos”, para ir entrando en clima).

El punto de partida es la ciudad de Santa Rosa, qué otro si no. De ahí atravesar las provincias cuyanas -con una estadía de algunos días en el mendocino cañón del Atuel, por traernos algunos recuerdos memorables- por la mítica Ruta 40, hasta Salta. Luego ingresar a Bolivia por el paso fronterizo de La Quiaca/Villazón, teniendo como primer destino en el extranjero la ciudad de Potosí. El avance incluye Oruro, previo desvío a Sucre, para desembocar en La Paz. De allí al Lago Titicaca un solo paso, igualmente un solo paso, o brazada por esas aguas, al Perú, con la mira puesta en un destino imprescindible: las ruinas del Machu Pichu, las de Chachapoyas, Chiclayo y Kuelpa. Obviamente visitar Nazca y estacionar nuestros bólidos en otros pueblitos que, imaginamos, deben resultar merecedores de que nuestras retinas retengan para la eternidad sus milenarios paisajes.

Perú será “el país” para nosotros, no sólo por el constante deseo de conocer las ruinas prehispánicas, sino por ser devotos lectores de sus plumas más reconocidas, como Alfredo Bryce Echenique y Mario Vargas Llosa, con quienes, a través de párrafos y párrafos hemos hecho nuestros esos lugares.

Ecuador (paso por Macara), demandará de varias semanas de estadía y el rodar de muchos kilómetros, no sólo por su inagotable número de lugares históricos -Guayaquil y Quito incluidos-, sino por la magia de su frondosa selva amazónica y por tener, además, otro de los puntos casi inevitables para cualquier viajero que se precie de tal: las Islas Galápagos. Obviamente el volcán Cotopaxi y el Imbabura (donde nos aguarda gente querida) y todos aquellos puntos que no aparecen en los mapas pero que iremos descubriendo en forma inversamente proporcional al grosor de nuestras billeteras (que, a fuerza de ser sinceros, almacenan hoy por hoy demasiado espacio libre).

El viaje se supone largo y arriesgado, pero realizable y soñado. Colombia por ruta Panamericana es el destino siguiente. El país propone, entre otros destinos a cubrir, Cartagena y Barranquilla, previo recorrido de la costa del Pacífico hasta la línea de Cali, para de allí seguir hasta su capital, Bogotá, luego Medellín y ya pasar a las costas caribeñas con la mirada puesta en aquellas dos bellísimas ciudades.

Para dar un descanso a nuestras motos, las llevaremos a navegar en el cálido vaivén del mar caribe para que de las costas colombianas nos arrastren hasta las arenas de Panamá. De este país, otra vez en dos ruedas, o en cuatro, remontar Centroamérica para atravesar Costa Rica, Nicaragua, Honduras, El Salvador, Guatemala, todo lo cual nos llevará su tiempo, con la mira en el que podría ser el punto final del viaje de ida: México (entiéndase todo México).

El carácter potencial del verbo poder, se debe a que otro posible punto culmine de la travesía que tenemos en mente es Cuba. Hablar del operativo retorno a la Argentina será motivo de otro plan, del que por ahora no estamos muy convencidos de su contenido. Pero que volver, vamos a volver.

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