Dos amigos decidimos animarnos a la locura. Con casi nada, salvo una enorme ilusión y muchas ganas, resolvimos que era ahora o nunca el momento de concretar nuestro sueño: recorrer el continente americano en moto. Ahí vamos.

miércoles, 10 de diciembre de 2014

Ushuaia, de ida y vuelta
Como ya no me dolía tanto la cintura –lo peor había pasado- y el sommiers me estaba resultando demasiado cómodo, además vengo comiendo bastante bien y seguido, y los compromisos no son una cosa que en esta época me atormenten, me puse a pensar en cómo cortar este aburguesamiento citadino, y que no se me hiciera una insalubre costumbre. Y de tanto pensar apenas se me ocurrió por qué no hacer algo al respecto. Es decir, sólo se me ocurrió hacer la pregunta; la respuesta, queridos amigos, vendría después, unos cinco minutos después. Me voy a la mierda en moto. Claro, esa respuesta planteaba algunos interrogantes, entre ellos cómo hacerme de una moto para, justamente, hacer el viaje en moto. La solución cayó de arriba, o mejor dicho, del costado, porque mi vecino José, también un poco harto de muchas cosas –aunque esto es una suposición que me pertenece y de la que no me hago cargo- dijo “vamos juntos, yo te presto la plata para la moto y me la devolves después”.
Ante esa proposición, a la que sinceramente no pude negarme, y créanme que lo intenté (otros cinco minutos), claudiqué a la tentación de hacerme a la ruta nuevamente, con bólido nuevo, expectativas renovadas y estreno de compañero. Y fue tan así que en noviembre compramos las motos, las carpas, los colchones inflables, las muñecas inflables, las linternas, las ollitas y un limitado etcétera más. Las máquinas, para variar, no las conocíamos así que, como sucedió en el viaje a México con el camarada Ramiro, las elegimos sopesando precio y cilindrada, pero sobre todo precio. Del resultado de esa ecuación, sacada con el dedo en el aire, fue que adquirimos unas oscuras zanellas Naked 350cc de las que poco puedo decir en este momento, ya que no las hemos rodado mucho. A fuerza de ser sincero sabremos de qué están hechas cuando ya nos hayamos adentrado en la rebelde Patagonia, que será, si Dios y la Patria (pero fundamentalmente La Reforma) quieren, a fines de diciembre (con la fresca). La idea, no exenta de modificaciones de última hora, es recorrer la costa del Atlántico (por el lado firme, en lo posible) hasta el punto límite del continente, cruzar a Ushuaia, darle la vuelta, y retornar por la Ruta 40. Todo esto, que contado así parece una pavada, nos llevará a andar unos 6 mil kilómetros más o menos. El tiempo para la excursión, en mi caso, es de un mes, por razones estrictamente familiares (esto lo digo por vos, Malén). En lo que hace a mi co-equiper, José “Naked” Gelis, será lo que el Señor (dinero) disponga. Su idea, me atrevo a confesar sin su permiso, es remontar la América sin más barreras que la que le puedan poner los imprevistos del camino, aunque no creo que estos le puedan hacer flaquear demasiado. 
Pero bueno, queridos amigos, este contacto de inicio, de bienvenida, de presentación, de anuncio, de propaganda, de confesión, no es más que eso, un contacto de inicio, de bienvenida, de presentación, de anuncio, de propaganda, y fundamentalmente de confesión, porque al saberlo ustedes, no nos va a quedar otra que asumir el compromiso con la presión que implica abandonar el anonimato del emprendimiento. Esta vez, os prometo, no vamos a pedir nada a nadie (bah, sí, a algunos ya le hemos pedido bastante (esto lo digo por vos, Rodríguez Carámbula), ni, sospecho, haremos una peña para recaudar fondos (más allá de que algunos la exijan a gritos por el solo hecho de compartir un rato, una cerveza o escapar de la casa una noche), por la sencilla razón de que es un viaje medianamente corto, por el interior del país, y si llegado el caso nos quedáramos secos como pasas, no tendríamos más que telefonear a algún contacto (esto lo digo por vos, Ariel) o a la grúa del seguro (y esto lo digo por vos, Mercantil Andina). 
Así que, muchachos y muchachas, por este medio (que podría mutarse a blog, si se nos complica mucho) les haremos llegar alguna que otra crónica y muchas fotos que esperemos sean buenas (y esto lo digo por vos, compañera Fernández), para que ustedes, mate en mano y bajo la parra loca que cada verano los protege de “la calor”, abran su laptop, celular o Tablet, y recorran con nosotros, otra vez, algunos paisajes de nuestro querido continente. MT.

Cuestión de vida 

Qué decir o agregar. Solo una pequeña explicación a mi tan inmensa decisión, a partir de cosas que pasaron en mi vida (que no vienen al caso mencionar) y que me hicieron dar cuenta que la vida es muy corta para tanto postergar, es necesario dar un giro drástico y comenzar lo que espero sea LA AVENTURA de mi vida: viajar hasta que el cuerpo o la vida me diga basta, un pequeño bichito que cada vez se hizo más grande en mi interior y que ya no me permitía disfrutar mi vida, que a la vista de los demás era perfecta, al fin me pudo y conseguí, gracias al apoyo de la gente que tanto me quiere, poner en marcha tal proyecto o sueño, y empezaremos por Ushuaia en compañía de mi amigo Marcelo, después...solo el tiempo lo dirá. 
Sueño con viajar, siempre fue así, mi pasión, poder recorrer los caminos sin tiempo, sin nada que me ate a ningún lugar, y este es el motivo por el que no dude en emprender este viaje, siempre quise conocer el sur de mi país, y por qué no en moto. Y con un amigo. La propuesta llego en el momento justo en que decidí hacerlo. Soltar todo y comenzar una nueva vida. Después de todo, nunca es tarde.... ¿Y que nos impedía hacerlo? Solo el tiempo que necesitábamos para organizarlo, y el momento llego, solo queda ultimar detalles y esperar las vacaciones, pero ya está en marcha. A rodar se ha dicho. JG.

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