Mensajito de fin de año, antes de la partida
Desafiando el dudoso pero inquietante dicho que aconseja que
al lugar en que has sido feliz no debieras tratar de volver, y aferrándome al
improbable de ese “tratar” es que, amigos y amigas, en un par de días estare
(mos) saliendo para la refrescante Ushuaia, sin más pretensiones que llegar y,
en lo posible, volver, y sin muchas cosas más en la mochila que el cariño de
los amigos, el amor de la familia, algunos recuerdos, un puñado de esperanzas,
pero sobre todo la seguridad –divino tesoro- de saber que alguien nos está
esperando y a quien aburriremos con las anécdotas del viaje (esto os lo
prometemos). Estas pocas palabras van,
pues, para esos amigos y amigas, hermanos y hermanas que cada vez que a uno se
le ocurre la gran “ideota” de aventurarse por los indomables caminos no
preguntan ni cómo ni cuándo ni en qué, sino que lo que primero les brota es
“buenísimo, contá conmigo para lo que sea”.
No se si será la proximidad de la partida, la fecha/fiestas
en que estamos o alguna sensiblería reprimida que ahora sale a flor de piel, que
uno se pone un poco “maricotas” y dice lo que a veces no diría de otra manera
ni en otra circunstancia (porque aunque parezca poco lo que se deja, es
profundo e irremplazable). Así que cuando nos brotan esas mariconadas, damos
por justificada la locura de apoyar el traste en el zanellesco asiento y
encarar lo que se venga, para demostrarnos lo contrario a nosotros mismos (como
si esto fuera necesario).
En fin, para quienes nos quieren, para quienes nos
quisieron, para quien nos volvió a querer, para quienes nos querrán, a los
amigos de antes, a los amigos de ahora, a los hermanos de siempre, que 2015 sea
el “más mejor” de los años y nos encontramos a la vueltecita, no sin antes
decirles que nuestro próximo contacto será ya desde las ventosas tierras
patagónicas, así que no dejen de echarle una ojeadita, de vez en cuando, a este
pretencioso blog. Abrazos a todos y todas.
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