Dos amigos decidimos animarnos a la locura. Con casi nada, salvo una enorme ilusión y muchas ganas, resolvimos que era ahora o nunca el momento de concretar nuestro sueño: recorrer el continente americano en moto. Ahí vamos.

viernes, 26 de febrero de 2010

EPP y Cabañas

Ya contamos de la bosta que es la televisión paraguaya, principalmente por retransmitir la bosta de los canales argentinos. No es raro entrar a un comercio donde el ruido de fondo lo dispara un televisor cuya pantalla se ilumina con la figura del chimentero Jorge Rial.
Tampoco es raro que en ese local haya pegado en el vidrio o en el mostrador -al estilo del Lejano Oeste-, un cartel de considerables dimensiones, en el que aparecen las fotos de integrantes del Ejército Paraguayo del Pueblo, un grupo que aparentemente pretende la revolución en el país, pero al que básicamente le adjudican varios secuestros extorisvos. Lo que pasa en torno al EPP llena páginas de diarios y minutos en laTV, sobre todo porque durante el tiempo que nosotros llevamos en la ciudad han caído en manos de la policía algunos de sus militantes. Para el gobierno, el EPP no es otra cosa que el “Enemigo del Pueblo Paraguayo”, de allí las recompensas que ofrece por información certera sobre el paradero de los tipos que aparecen en el afiche.
Paradojas de la vida: uno de los recientes secuestros del EPP tuvo como consecuencia inesperada que todo el país apareciera sembrado de banderas que al visitante ocasional llaman poderosamente la atención. En cientos de ventanas de puede ver la bandera paraguaya con el lema “Fuerza Fidel”. Claro que sin una explicación de los locales, esto se presta a una soberana confusión, pero es que se trata de Fidel Zabala, un empresario que el grupo tuvo retenido durante 90 días y cuya liberación se convirtió casi en una causa nacional.
Otro tema que los medios citan diariamente es el estado de salud del futbolista paraguayo Salvador Cabañas, baleado en México.El caso se ha convertido en una cuestión nacional y no es raro encontrarse en comercios con banderas tricolores con la leyenda “Fuerza Salvador” o con camisetas de la selección con el mismo mensaje. Es más, hasta podría decirse que la recuperación del goleador guaraní es un tema de Estado, teniendo en cuenta que el propio presidente Fernando Lugo aprovechó su estada en el país azteca para darse una vuelta por la clínica y dejarle una camiseta autografiada.
Otro descubrimiento que hicimos fue una iglesia tan o más fea que la de Santa Rosa, lo que no es poco decir. Al parecer a la hora de afear una catedral los curitas modernos no se andan con chiquitas y le sacuden sin asco a la espantosa originalidad.


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De paseo por el mercado

Cómo andan queridos seguidores nuestros de cada día. Seguramente se preguntaran por qué demonios no cargamos info en el blog y la respuesta es bien sencilla: básicamente no estamos haciendo nada digno de contarles. Aún permancemos en Asunción del Paraguay, en una especie de remanso de cara a la segunda etapa de este largo viaje que recién comienza. Hace ya diez días que estamos en esta ciudad y gracias al cielo el calor sofocante que nos recibió y que nos acompañó a lo largo de varias jornadas, ha calmado sensiblemente, sobre todo por las lluvias y la brisa fresca que viene de vaya uno a saber qué punto cardinal (es que todavía cuesta ubicarnos geográficamente).
Pero no estamos quietos, no señor. Este tiempo lo hemos utilizado para reacondicionar las motos, después del primer castigo de 1800 kilómetros, hacer un viajecio por el interior y visitar lugares interesantes de la ciudad, como el centro capitalino -algo de esto ya les contamos- y el denominado Mercado Cuatro que, suponemos, debe llevar ese nombre porque en otros sectores de Asunción deben estar los mercados 1, 2 y 3. Este mercado es impresionante. Un verdadero hormiguero donde se puede hallar de todo. Es más, nos arriesgamos a conjeturar que si algo no hay en este pintoresco mercado es básicamente porque aún no fue inventado.

Son cientos de puestos unos pegados a otros, donde lo único que los separa, y a veces ni siquiera eso, es una precaria madera o una pared, y donde -salvo en algunas galerías- no se respeta nignún tipo de orden como podría ser la división de los locales por rubro.
Tan es así que mientras una avezada peluquera experimenta sobre una cabeza rubia algún corte de moda, a sólo un metro de distancia, un carnicero desposta una pata de vaca que cuelga de un caño atestado de gordas salchichas, sin dejar de charlar con una empleada de una perfumería que, a su vez, toma tereré con el coreano responsable de un local de artículos electrónicos, mientras una señora gorda le recorta las uñas de los piés a una clienta de ocasión, que no se pierde detalles de la transacción que hace un turco zapatero con un vendedor de chipa, aparentemente conocido de la mujer que, en un puesto vecino, aprovisiona de hierbas aromáticas para el mate a dos chicas muy bonitas que convocan sonrientes a todas las que pasan, invitándolas a que ingresen para probarse alguno de los vestidos de fiesta que están colgados casi sobre el mostrador donde chorrean unos gruesos quesos cremosos.

Los aromas se mezclan, se fusionan y en algunas partes generan un tufo del que hay que disparar para evitar la desagradable y poco estética arcada. A pesar de estos detalles, el lugar es pintoresco y los vendedores no son tan cargosos como sí hemos visto en el centro de la ciudad. Es más, podríamos decir que muchos parecen indiferentes al movimiento constante que hay en los intrincados pasillos por donde, para el caso de dos pajueranos como nosotros, es muy sencillo perdersde (menos mal que tenemos GPS).
Recorrer apenas una minúscula parte del mercado nos llevó más de una hora y no fue, comercialmente hablando, una buena experiencia para los puesteros, ya que la única adquisición que hicimos fue una tijera pedorra para recortar nuestras ya abundantes barbas. La operación implicó el desembolso de unos 3450 guaraníes, es decir, dos pesos y pico. Leer más...

martes, 23 de febrero de 2010

Algunas imágenes

Estas son algunas imágenes que captamos en Paraguay. Unas son del cruce en balsa desde Clorinda hacia Asunción. Las de la vegetación frondosa y el arroyo son de una escapada a Piraretá, un pequeño pueblo a 80 km de Asunción, donde los Rodríguez tienen un terrenito a orillas de un riacho. Sólo para compartir con nuestros amigos y acompañantes de aventura.

Transporte de cebolla en lanchas por el río Paraguay.

El cruce por balsa de Clorinda a Asunción se hace en 20 minutos y en unos lanchones que transportan hasta camiones de gran porte.
Camino a Piraretá, una mujer carga su leña. Como en buena parte de Latinoamérica, aún muchas cocinas usan esto como combustible.

En Piraretá, el terreno de los Rodríguez Carámbula tiene esta playita. Oportunistas abstenerse.

El gran cacique guaraní Marcelo, prepara el fuego para un asado entre la agreste vegetación del terreno de Piraretá.

A unos pocos metros de la playa anterior encontramos ésta, que era como estar en el Caribe. Increíble!
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lunes, 22 de febrero de 2010

Ventajas de andar en moto

Cuando empezamos a soñar con esta aventura, no sabíamos casi nada de lo que implicaba hacerla en moto. No es que hayamos aprendido gran cosa, pero algunas cositas nos fue dejando la experiencia. Además de aprender a tomarle algunos tiempos a nuestras máquinas, a sentirnos más seguros en nuestras maniobras y acordarnos que hay que cargar nafta para no quedar como salames buscando explicaciones en la ruta, descubrimos con sorpresa que, entre las ventajas de andar en este vehículo, está que en casi ningún lugar tuvimos que pagar peaje. No es un dato menor, cuando cada peso que se va ahora, puede ser unos kilómetros menos de recorrido antes de que nos tengamos que poner a trabajar.

Pero además -sabrán disculparnos los viejos motoqueros para quienes esto es casi una obviedad-, los espacios en la ruta se vuelven mucho más amplios y uno tiene en todo momento una noción cabal de cuánta distancia tiene de los otros vehículos y de la banquina. Pasar un coche o un camión -cuando ya se le perdió el temor a las turbulencias del aire, que ahora se sienten en el propio cuerpo-, no es algo complicado: las motos tienen mucha reacción y con muy poco espacio ya hay lugar para colocarse de nuevo sobre el carril correcto. Hasta ahora, además, los camioneros tienen cierta actitud piadosa con nosotros y hasta nos saludan a nuestro paso.
Otra ventaja es la sorpresa o el asombro que provoca en los puestos de control policial cuando les contamos lo que estamos queriendo hacer. Salvo en el caso de los insensibles polis cordobeces, en el resto de los controles o nos dejaron pasar o nos atendieron de maravillas; hasta en las aduanas nos dejaon pasar sin mayores obstáculos... Claro, esto ha sido así hasta ahora; veremos luego cómo sigue.
Nuestras motos, por su parte, responden fielmente por ahora. Las estructuras que les hicimos con la ayuda de Chichín para agregarle los baúles, siguieron firmes y -detalle fundamental cuando se anda mucho rato- no hacen ruido al marchar. Aunque al principio parecían grandes, alcanzaron con lo justo para poner todo el equipo. Pero además, el peso agregado, más el de de la moto misma con su piloto, nos dan una buena estabilidad en la ruta, incluso cuando pasamos o nos pasa un camión -uno de los temores que la inexperiencia nos infundía-, pues prácticamente no se siente la sacudida.
Hasta ahora las desventajas no han sido notables. Salvando aquéllas fruto de la gran cantidad de horas de viaje -cosa que intentaremos no repetir en adelante-, la única es la lluvia. Aunque no nos tocó ninguna hasta el momento, sí tuvimos breves tramos con alguna llovizna y, como diría Marcelo, las cosas se ponen "color de hormiga": más allá de la obviedad de mojarse, se complica la visión y uno no sabe bien cómo reaccionarán las cubiertas sobre el asfalto mojado. Claro que en este caso, no hay mucho margen para experimentar pues las consecuencias de una maniobra inapropiada las sufrirá en primer lugar nuestro propio cuerpo.
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sábado, 20 de febrero de 2010

"Papá" Lugo

Lo raro, o no tanto teniendo en cuenta lo que se da políticamente en el Paraguay, es que no se vean en la capital muros pintados con frases de apoyo a Lugo o carteles propagandísticos de las obras que ejecuta el gobierno nacional. Quizás en el interior del país ese respaldo sea más evidente, más aún teniendo en cuenta que la intendenta de Asunción es “colorada”.

Desafortunadamente los paraguayos que tienen televisión por cable ven la misma tele porquería que los argentinos. Buena parte de la grilla esta conformada por canales porteños, con todo el riesgo que esto implica para la salud mental de cualquier persona.

La mayoría de los medios locales (otro símil de la Argentina), pone en evidencia a cada minuto su recalcitrante postura contraria al gobierno de Lugo (se trate de lo que se trate), a quien despectivamente (y con un cierto grado de realismo) llaman “Papá” Lugo, por la catarata de hijos que le quieren hacer reconocer al presidente (hasta ahora avaló una sola creación propia, pero las demandas se reavivan en estos días. ¡Un maestro!).

Ya veremos en los próximos días qué opinión hay del ex obispo en el interior, pero teniendo en cuenta el bombardeo mediático que lo aniquila sin contemplaciones minuto a minuto, no sería loco imaginar que su imagen se vé mellada no tanto por lo que hace o deja de hacer, sino por lo que de él se hace, sobre todo desde los que aún mantienen una gran cuota de poder (los medios) y desde los que no soportan haber perdido el verdadero manejo de los hilos del país. Leer más...

Candente Asunción

Asunción es un horno, pero reconforta el verde que la invade; también la gente, de sonrisa fácil y saludo a flor de piel. Hay otras cositas que por allí no reconfortan tanto (como lo caótico del tránsito), pero de qué nos podemos jactar los santarroseños. En la ciudad nos alojamos en la casa familiar del Rami, donde gracias al cielo lo que sobran son los aires acondicionados y ventiladores. Aquí “mamá” Marita y la “tía” Mina nos tratan como reyes, con suculentas recetas y prolongadas charlas siesteras embutidos hasta los ojos, émulos del autóctono yacaré*, en la refrescante piscina. (* Aclaremos que esta comparación la hacemos por nuestra afición al agua y no por la connotación lugareña, donde yacaré se le dice al novio que despacito y sin hacer ruido se desliza cual intruso hasta la habitación de la novia. Esperemos que en no mucho tiempo se nos conozca en el Paraguay como los yacarés argentinos).

Una mañana tuvimos la heroica idea de pegar un giro por el centro asunceño, con no menos de 40 grados (según el pronóstico de Ana, que ayuda en la casa de los Rodríguez). Caminamos algunas cuadras recorriendo locales para adquirir la cámara fotográfica con la cual revestiremos de imágenes este bló, y para mitigar el denso calor que nos hizo transpirar hasta el jugo de las rodillas, nos empinamos unos vasos de licuado de mburucuyá y nos clavamos unos chipá de cuatro quesos que son realmente de exportación.

Si algo no escasea en las angostas y supertransitadas calles de la capital son los vendedores ambulantes, que inundan las veredas con anteojos, relojes y fundas para celulares, y los vehículos de marcas japonesas que tenerlos en Argentina sería sin duda un signo de distinción y lujo. La verdad que es un milagro cruzarse con un auto Fiat o VW; acá todo es mayormente Toyota, inclusive los taxis son de esa marca de las décadas del ’80 y ’90. Llama la atención que no se vean cadetes en motos, lo cual casi es un alivio para los oídos, y los motociclistas que hemos visto circulan con marcas tales como Yamazuki (que suponemos, malignamente y sin apelar a un gran despliegue de inteligencia, debe ser una fusión vernácula de Yamaha y Suzuki).

Mujeres cruzamos pocas y como la moda local, al parecer, es calzar unos zapatos de alta suela de corcho (que les quedan muy bien), cualquier paraguaya que ande por la calle nos supera en estatura, lo cual no es ninguna proeza tratándose de quienes esto escriben. El detalle, sin embargo, no ha mellado en nuestras sanas intenciones de, por qué no, llegar a algún entendimiento de beneficios mutuos (o nuestro al menos).
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1800 kilómetros a pura muñeca

Y llegamos a Paraguay ¡Carajo! (Aclaración: usamos esta expresión tan nuestra porque no tenemos ni remota idea, por el momento, de cómo transmitir en guaraní -que sería lo más atinado- el júbilo que nos invade por haber recorrido los primeros 1800 kilómetros sin mayores inconvenientes -léase “mayores” no sin cierta desconfianza y malicia-). Arribamos después de tres agitados días de amoldar el trasero al asiento de nuestros bólidos, que son cómodos, pero inevitablemente promediando las cuatro horas de viaje ya uno comienza a “cachetearle” hacia un lado y hacia otro para que el cosquilleo lumbar -previo al siempre amenazante calambre de culo-, no se transforme en un martirio insoportable.

Después de un arranque digno de aventureros (¿?) con amicales abrazos de despedida (pero sin lágrimas -nos reservamos las mariconadas para más adelante-), nos lanzamos a devorar kilómetros sin la más mínima experiencia, pero con un entusiasmo arrollador. El primer traspié lo padecimos a los pocos kilómetros de haber ingresado a la provincia de Córdoba, es decir a no más de 180 kilómetros del punto de partida, y todo por la actitud insensible de un par de policías camineros que no tuvieron piedad con estos dos jóvenes y entusiastas motochileros, a quienes vacunaron sin contemplaciones con un multa de 185 pesos (a cada uno), por la sencilla razón de no llevar encendida la luz baja (aunque sí la de posición), cuando una advertencia, creemos, alcanzaba. Pero esta zancadilla no fue motivo suficiente para que nos amilanáramos (tal vez cambiemos de parecer cuando tengamos que pagarla) y seguimos adelante no sin mascullar algunos insultos a los polis, palabrotas que gracias a dios no traspasaron los límites de los cascos pues otra hubiera sido la historia. Fue así que después de 12 largas horas de rodar por las rutas llegamos a la casa de unos amigos cordobeses (Jorge Navarro y familia) donde comimos opíparamente y nos reparamos de los achaques de la travesía, para emprender nuevamente con las luces del nuevo día, la segunda etapa del tramo Santa Rosa-Asunción que, dicho sea de paso, no tuvo mayores novedades, más allá de algún que otro calambre pasajero que mitigamos con estoica grandeza, esto es: disimulando para que el compañero no se diera cuenta y comenzara a sospechar de una mala elección de co-equiper.

El tercer día fue agotador. 10 horas de viaje, con minúsculos descansos, desde la ciudad de Vera, Santa Fé, hasta Asunción (570 km). La idea era llegar antes de las 18.30 al puesto de frontera para embarcar las motos en la última balsa del día y cruzar el Pilcomayo hasta la capital paraguaya, cosa que logramos a puro acelerador y calambre de mano derecha. Si bien podríamos haber arribado al límite nacional con cierta holgura de tiempo, es de cristianos confesar que a mitad de camino nos quedamos sin nafta (error de juventud) y debimos desandar decenas de kilómetros para reabastecernos. (Hubo entrecruzmientos de miradas acusatorias, pero el incidente no pasó de ahí). Leer más...

martes, 16 de febrero de 2010

hicimos 1200 km y estamos vivos

Holassamigos! Pues estamos en Reconquista. Ayer, tras los primeros 600 agotadores kilómetros, llegamos a Córdoba donde por suerte nos esperaba nuestro amigo Jorge Navarro, que nos dio alojamiento, buena comida y el afecto de siempre. La llegada no estuvo excenta de matices: el viaje lindo, los paisajes mejorando, pero (siempre hay un pero) la dicha no podía ser plena... apenas entrados a la provincia de Córdoba nos hicieron la boleta... por ir con las luces de posición y no las bajas. Aunque no podamos hablar casi nada a nuestro favor, haremos el descargo como corresponde.
Por lo demás, salvo el cansancio fenomenal, no hubo grandes aconecimientos. Bueno, ¿qué quieren, ché? Esto recién empieza...

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