Dos amigos decidimos animarnos a la locura. Con casi nada, salvo una enorme ilusión y muchas ganas, resolvimos que era ahora o nunca el momento de concretar nuestro sueño: recorrer el continente americano en moto. Ahí vamos.

viernes, 26 de febrero de 2010

De paseo por el mercado

Cómo andan queridos seguidores nuestros de cada día. Seguramente se preguntaran por qué demonios no cargamos info en el blog y la respuesta es bien sencilla: básicamente no estamos haciendo nada digno de contarles. Aún permancemos en Asunción del Paraguay, en una especie de remanso de cara a la segunda etapa de este largo viaje que recién comienza. Hace ya diez días que estamos en esta ciudad y gracias al cielo el calor sofocante que nos recibió y que nos acompañó a lo largo de varias jornadas, ha calmado sensiblemente, sobre todo por las lluvias y la brisa fresca que viene de vaya uno a saber qué punto cardinal (es que todavía cuesta ubicarnos geográficamente).
Pero no estamos quietos, no señor. Este tiempo lo hemos utilizado para reacondicionar las motos, después del primer castigo de 1800 kilómetros, hacer un viajecio por el interior y visitar lugares interesantes de la ciudad, como el centro capitalino -algo de esto ya les contamos- y el denominado Mercado Cuatro que, suponemos, debe llevar ese nombre porque en otros sectores de Asunción deben estar los mercados 1, 2 y 3. Este mercado es impresionante. Un verdadero hormiguero donde se puede hallar de todo. Es más, nos arriesgamos a conjeturar que si algo no hay en este pintoresco mercado es básicamente porque aún no fue inventado.

Son cientos de puestos unos pegados a otros, donde lo único que los separa, y a veces ni siquiera eso, es una precaria madera o una pared, y donde -salvo en algunas galerías- no se respeta nignún tipo de orden como podría ser la división de los locales por rubro.
Tan es así que mientras una avezada peluquera experimenta sobre una cabeza rubia algún corte de moda, a sólo un metro de distancia, un carnicero desposta una pata de vaca que cuelga de un caño atestado de gordas salchichas, sin dejar de charlar con una empleada de una perfumería que, a su vez, toma tereré con el coreano responsable de un local de artículos electrónicos, mientras una señora gorda le recorta las uñas de los piés a una clienta de ocasión, que no se pierde detalles de la transacción que hace un turco zapatero con un vendedor de chipa, aparentemente conocido de la mujer que, en un puesto vecino, aprovisiona de hierbas aromáticas para el mate a dos chicas muy bonitas que convocan sonrientes a todas las que pasan, invitándolas a que ingresen para probarse alguno de los vestidos de fiesta que están colgados casi sobre el mostrador donde chorrean unos gruesos quesos cremosos.

Los aromas se mezclan, se fusionan y en algunas partes generan un tufo del que hay que disparar para evitar la desagradable y poco estética arcada. A pesar de estos detalles, el lugar es pintoresco y los vendedores no son tan cargosos como sí hemos visto en el centro de la ciudad. Es más, podríamos decir que muchos parecen indiferentes al movimiento constante que hay en los intrincados pasillos por donde, para el caso de dos pajueranos como nosotros, es muy sencillo perdersde (menos mal que tenemos GPS).
Recorrer apenas una minúscula parte del mercado nos llevó más de una hora y no fue, comercialmente hablando, una buena experiencia para los puesteros, ya que la única adquisición que hicimos fue una tijera pedorra para recortar nuestras ya abundantes barbas. La operación implicó el desembolso de unos 3450 guaraníes, es decir, dos pesos y pico.

1 comentario:

  1. cheeeeeeeeeee, tengan cuidado..... si siguen gastando de esa manera alocada, no van a poder hacer todo lo previsto!!!!!!.
    A cuidarse con los gastosssssssssss!!!!!! y besos. Ana

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