Dos amigos decidimos animarnos a la locura. Con casi nada, salvo una enorme ilusión y muchas ganas, resolvimos que era ahora o nunca el momento de concretar nuestro sueño: recorrer el continente americano en moto. Ahí vamos.

sábado, 20 de febrero de 2010

Candente Asunción

Asunción es un horno, pero reconforta el verde que la invade; también la gente, de sonrisa fácil y saludo a flor de piel. Hay otras cositas que por allí no reconfortan tanto (como lo caótico del tránsito), pero de qué nos podemos jactar los santarroseños. En la ciudad nos alojamos en la casa familiar del Rami, donde gracias al cielo lo que sobran son los aires acondicionados y ventiladores. Aquí “mamá” Marita y la “tía” Mina nos tratan como reyes, con suculentas recetas y prolongadas charlas siesteras embutidos hasta los ojos, émulos del autóctono yacaré*, en la refrescante piscina. (* Aclaremos que esta comparación la hacemos por nuestra afición al agua y no por la connotación lugareña, donde yacaré se le dice al novio que despacito y sin hacer ruido se desliza cual intruso hasta la habitación de la novia. Esperemos que en no mucho tiempo se nos conozca en el Paraguay como los yacarés argentinos).

Una mañana tuvimos la heroica idea de pegar un giro por el centro asunceño, con no menos de 40 grados (según el pronóstico de Ana, que ayuda en la casa de los Rodríguez). Caminamos algunas cuadras recorriendo locales para adquirir la cámara fotográfica con la cual revestiremos de imágenes este bló, y para mitigar el denso calor que nos hizo transpirar hasta el jugo de las rodillas, nos empinamos unos vasos de licuado de mburucuyá y nos clavamos unos chipá de cuatro quesos que son realmente de exportación.

Si algo no escasea en las angostas y supertransitadas calles de la capital son los vendedores ambulantes, que inundan las veredas con anteojos, relojes y fundas para celulares, y los vehículos de marcas japonesas que tenerlos en Argentina sería sin duda un signo de distinción y lujo. La verdad que es un milagro cruzarse con un auto Fiat o VW; acá todo es mayormente Toyota, inclusive los taxis son de esa marca de las décadas del ’80 y ’90. Llama la atención que no se vean cadetes en motos, lo cual casi es un alivio para los oídos, y los motociclistas que hemos visto circulan con marcas tales como Yamazuki (que suponemos, malignamente y sin apelar a un gran despliegue de inteligencia, debe ser una fusión vernácula de Yamaha y Suzuki).

Mujeres cruzamos pocas y como la moda local, al parecer, es calzar unos zapatos de alta suela de corcho (que les quedan muy bien), cualquier paraguaya que ande por la calle nos supera en estatura, lo cual no es ninguna proeza tratándose de quienes esto escriben. El detalle, sin embargo, no ha mellado en nuestras sanas intenciones de, por qué no, llegar a algún entendimiento de beneficios mutuos (o nuestro al menos).

1 comentario:

  1. ¡ARGENTINA! ¡ARGENTINA! (no entendí eso de que las "mariconadas" las iban a dejar para más adelante)

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