Asunción es un horno, pero reconforta el verde que la invade; también la gente, de sonrisa fácil y saludo a flor de piel. Hay otras cositas que por allí no reconfortan tanto (como lo caótico del tránsito), pero de qué nos podemos jactar los santarroseños.
Una mañana tuvimos la heroica idea de pegar un giro por el centro asunceño, con no menos de 40 grados (según el pronóstico de Ana, que ayuda en la casa de los Rodríguez). Caminamos algunas cuadras recorriendo locales para adquirir la cámara fotográfica con la cual revestiremos de imágenes este bló, y para mitigar el denso calor que nos hizo transpirar hasta el jugo de las rodillas, nos empinamos unos vasos de licuado de mburucuyá y nos clavamos unos chipá de cuatro quesos que son realmente de exportación.
Si algo no escasea en las angostas y supertransitadas calles de la capital son los vendedores ambulantes, que inundan las veredas con anteojos, relojes y fundas para celulares, y los vehículos de marcas japonesas que tenerlos en Argentina sería sin duda un signo de distinción y lujo. La verdad que es un milagro cruzarse con un auto Fiat o VW; acá todo es mayormente Toyota, inclusive los taxis son de esa marca de las décadas del ’80 y ’90. Llama la atención que no se vean cadetes en motos, lo cual casi es un alivio para los oídos, y los motociclistas que hemos visto circulan con marcas tales como Yamazuki (que suponemos, malignamente y sin apelar a un gran despliegue de inteligencia, debe ser una fusión vernácula de Yamaha y Suzuki).
¡ARGENTINA! ¡ARGENTINA! (no entendí eso de que las "mariconadas" las iban a dejar para más adelante)
ResponderEliminar