Dos amigos decidimos animarnos a la locura. Con casi nada, salvo una enorme ilusión y muchas ganas, resolvimos que era ahora o nunca el momento de concretar nuestro sueño: recorrer el continente americano en moto. Ahí vamos.

jueves, 15 de octubre de 2009

Medios, asado, viaje y otras yerbas

Si hasta no hace mucho pocos sabían del “proyecto viaje en moto”, ahora parece que todo el mundo lo supiera. Y es que en los últimos días la noticia empezó a correr casi más rápido que nuestras motos. Unas cuantas notas de la generosa pluma de nuestros amigos, nos puso en boca de muchos para el aliento, la burla y hasta el “Dios los ampare”.

Esa “masificación” nos trajo gratos comentarios desde lejos y de personas que no tenemos el gusto de conocer, hasta los de cerquita, de los amigos que se desayunaron de la buena nueva a través de la prensa.

Obviamente nuestro agradecimiento a La Arena, El Diario, La Reforma, Diariotextual.com, Radio Noticias, LU37 (de General Pico), Diario fISGON, a Fabricio Barbero y su programa en Radio Contacto, entre otros medios, quienes se interesaron por la iniciativa y la difundieron, lo cual, esperamos, nos permita conseguir alguna ayuda para poder concretar la idea. De hecho ya recibimos la primera para el traslado de las motos para su primer service oficial: gracias a Jorge de Expreso Rocinante podremos hacerlo gastando casi nada (miren el link de nuestros auspiciantes).

Hace algunos días hicimos un asado (un exquisito lanar donado por el hermano y amigo Ariel) del que participaron varios viejos compañeros, obreros ellos de la tinta y el papel (y del arte de la imagen digital), con quienes debatimos algunas cuestiones del viaje y nos dejaron picando ciertas propuestas a encarar para el caso de que en medio del viaje nos quedemos sin fondos. Algunas de esas ideas, sinceramente, preferimos descartar porque, según se dice, de “eso” no hay retorno. Y si bien cada uno hace de sus asentaderas una bicicleta y se la presta una vueltita a quien quiera, el problema es que no se puede viajar en moto parado.

Más allá de estos consejitos de “los amigos”, orgullo nos da informarles, queridos seguidores de esta loca aventura, que recientemente hicimos el primer viaje de larga duración (unos 500 kilómetros) con resultado dispar. Por un lado experimentamos la sensación de luchar con un fuerte viento, conducir de noche, de esquivar algún que otro cardo ruso (sólo algunos porque otros nos dieron de lleno), lo cual nos deja un saldo positivo como experiencia. Sin embargo, no todo fue dulce; debemos confesar, rojos de vergüenza, que en el viaje de ida perdimos la carpa. Esto, que algunos tildarían de idiotez, preferimos llamarlo “experiencia”: en el futuro tenemos que asegurar mejor la carga. Y en el entretanto, conseguir otra carpa, pues era la única que teníamos.

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Pinchame que me gusta

Quienes nos conocen saben que si hay algo que no nos ha caracterizado es nuestra valentía a la hora de relacionarnos con las ciencias médicas. Una aguja era capaz de paralizarnos en seco, quitarnos todos los colores de la piel y hasta hacernos replantear una decisión si ésta dependía de poner el brazo a la jeringa.
Pero por suerte apareció María Angélica, una enfermera fabulosa, que ha logrado amigarnos con las inyecciones. No es que ahora andemos pidiendo a gritos cualquier aplicación, pero si no hubiera sido por ella y algunas de sus compañeras de Epidemiología, encarar las 12 vacunas que nos teníamos que poner para completar un completo programa de inmunización, hubiera sido bastante más difícil.
Ya nos quedan sólo 3. Quién lo hubiera dicho. Leer más...