
Para los incrédulos, para los escépticos, para todos los refutadores de leyendas... Después de 230 kilómetros batallando contra el viento y la tierra, lejos de masticar el polvo de la derrota, llegamos a nuestro primer destino de prueba: Lihuel Calel.
Y no sólo fuimos, sino que además volvimos, confirmando que, a falta de destreza, nos sobra tosudez.
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