Dos amigos decidimos animarnos a la locura. Con casi nada, salvo una enorme ilusión y muchas ganas, resolvimos que era ahora o nunca el momento de concretar nuestro sueño: recorrer el continente americano en moto. Ahí vamos.

domingo, 2 de mayo de 2010

Adiós Bolivia

"Tan lejos y tan cerca" es el título de una hermosa película del director Wim Wenders. Y aunque la trama de ese film tenga poco que ver con esta crónica, es difícil encontrar otra expresión que se ajuste más a la extraña sensación que nos dejó nuestro paso por Bolivia, algo así como el sabor de lo inabarcable.

Después de casi dos meses recorriendo casi la mitad de un territorio de geografías tan variadas como impactantes, encontramos mucha gente amigable, una historia llena de dolor y despojo, y un proceso social y político en curso cuya complejidad difícilmente se pueda llegar a dilucidar a los ojos del ocasional visitante, aun de aquél que, como es nuestro caso, trata de hurgar por todos los rincones de la realidad.

Y es que, aunque estemos tan cerca en casi todos los sentidos, estamos tan lejos… Por momentos se tiene la sensación de que el proceso social y político que está en marcha transcurre en un plano de la realidad prácticamente imperceptible, pero que está allí, donde a uno le cuesta llegar hasta por dificultades de comunicación con sus protagonistas y beneficiarios finales. Los medios de comunicación, claro, no son un elemento válido para hacerse una idea de lo que sucede pues, como es fácil de imaginar haciendo una simple asociación con los de más al sur, más que mostrar, se embarcan en una desfachatada descalificación sistemática de toda iniciativa del gobierno.

A simple vista se puede ver un notable despliegue de obra pública, centenares de cuadrillas limpiando y reparando rutas que, es evidente, estuvieron por décadas abandonadas a su mala suerte, edificios escolares renovados en varios puntos del interior, nuevos planes de asistencia como la "Renta Dignidad" o el bono "Juana Azurduy". En otros planos, sin embargo, la transformación es menos evidente, pero es imposible aseverar si es porque aún no ha empezado, o bien si porque llevará más tiempo o si simplemente no está dentro de los planes hacerlo.

Claro que la nuestra, aunque respetuosa, no deja de ser una mirada desde afuera y, por tanto, todo lo que se diga en esta crónica debe ser leído con el recaudo del caso. Un amigo nos dijo que muchas cosas pasan porque Evo es muy respetuoso de la gente, de sus modos de organizarse y actuar. Tal vez sea eso por lo que muchos hábitos bien arraigados en la sociedad no hayan mutado con su "revolución pacífica y democrática". Acaso sean pequeñeces en el marco de otras prioridades mayores, pero en algunas situaciones se percibe a diario una falta de respeto absoluto por el otro. El tránsito, el tirar todo en cualquier lado en la tierra que se supone adoradora de la Pachamama, o la falta de higiene en los comedores populares -que es donde come el mismo pueblo y no los gringos que para eso tienen su Mc Donalds-, son apenas dos ejemplos de este tipo de situaciones, que dan cuenta hasta qué punto se pueden resquebrajar tradiciones y valores que se suponían propios de los pueblos perhispánicos como la solidaridad y el cuidado de la naturaleza.

Claro que habrá quien rebata esto con el argumento del folklore o la cultura popular, pero en todo caso sería bueno recordar que no siempre lo popular en la cultura lo es en lo ideológico, donde a veces puede llegar a ser lisa y llanamente reaccionario, sobre todo cuando ésta se fue constituyendo en medio de una historia de injusticias que empuja a diario a las personas una lógica de la supervivencia.

De todos modos, insistimos, el proceso marcha. De hecho y más allá del impacto que nos produjo participar del acto de cierre de campaña del MAS en Oruro, los resultados electorales dan cuenta de ello. Pero más que eso, apenas salir al interior del territorio, las casas y hasta las piedras están mayoritariamente impregnadas con los colores y las consignas del partido de Evo Morales.

Por momentos da la impresión de que la realidad está en otra parte, o al menos que discurre en planos separados, que coexisten y conviven pero sin tocarse, pero que en las pocas fisuras conde alcanzan a rozarse, se produce un conflicto cuya resolución parece a veces imposible.

Paradójicamente, salvo en el acto de Oruro, nos fue difícil poder encontrar con quién hablar y que se sintiera parte del proceso. Nunca sentimos que fuera, como nos advirtieron los más críticos, una forma de desprecio, una reacción vengativa o un racismo al revés, como insisten en vislumbrar en la base del discurso enarbolado por Evo reivindicando el fin de los 500 años de explotación hacia el indígena. Las veces que no nos respondieron o que directamentte nos ignoraron, más bien sentimos que nos separaba un abismo, que en algunos casos, sobre todo en el interior, era lisa y llanamente la imposibilidad de comunicarse cuando se hablan dos idiomas diferentes. En otros nos separaba, tal vez, una desconfianza que, a pesar de nuestras genuinas intenciones, la historia no deja de ofrecer elementos para que sea justificada.

Con su milenaria historia, que aún aflora y pervive, de Bolivia desconocemos casi todo, al menos casi todo lo esencial, aquello que nunca aparece en los manuales de historia y que es, sin embargo, donde se cocina, lentamente, ese complicado guiso que llamamos realidad.

5 comentarios:

  1. hola, los sigo! se que es dificil poder tenernos informados de su viaje....pero les hago el aguante!!!!!! cuidense y mucha mucha suerte!!! yani.

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  2. Excelente la crónica. Profunda y respetuosa como se merece nuestro continente.
    Saludos
    Fabián

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  3. UN ABRAZo RAMI!! y ahora se viene el mitico Peru... te quiero mucho! cuidate L.

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  4. Fuerza !!!!!! metanle pata!!!! no aflojeeennnn!!! hermosas fotos y relatos!!! Debora

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  5. ¡Que lindo, hermanitos!
    Abrazo grande y no aflojen!
    Los queremos mucho!

    Gato y cía

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