No creo recodar con mediana exactitud la última vez que algo distinto a una fresca brisa me produjera el por todos conocido fenómeno “piel de gallina”. Esa rara sensación en la epidermis fue la que experimenté cuando Evo, en la intersección de la Avenida del Ejército y 6 de Agosto, en la agitada ciudad de Oruro, gritó desde un palco atestado de banderitas multicolores, aquella revolucionaria y por entonces muy sentida frase “Patria o Muerte”, y desde el llano la garganta popular completó, como un coro mil veces ensayado, el esperanzador “venceremos”.
Quiso la casualidad que nuestra corta estadía en la añeja cuidad de Oruro coincidiera con el acto de cierre de campaña del MAS y que nada menos que el presidente boliviano trepara al palco para acompañar a los numerosos candidatos que tratarán este domingo 4 de abril de arrebatarle esa ciudad a la reaccionaria oposición.
También quiso la casualidad que no sólo presenciara junto a mi co-equiper un acto partidario -muy distinto a los numerosos cierres de campaña de los que participé como periodista pampeano-, sino que fuera parte, de alguna manera, del quinceañero festejo de ese movimiento político (MAS-IPSP) que intenta, y lo está logrando, devolverle al pueblo boliviano más que el reconocimiento a nivel mundial, el imprescindible respeto de los demás.
La “rEVOlución” boliviana marcha a paso firme y esto no es una simple afirmación simulando una expresión de deseo. Cada elección deja al desnudo un crecimiento que, aseguran muchos, todavía no tiene techo. Los candidatos, que desde un palco montado sobre la caja de un camión a metro y medio de altura, empuñan el micrófono no tanto para prometer (que lo hacen) sino para arengar a propios y extraños, auguran un triunfo arrollador. Los más moderados hablan de un apoyo del 80 por ciento, lo cual no es una locura pensando que en las últimas elecciones el MAS arañó esa cifra en el departamento orureño.
Venceremos
“Patria o Muerte”, “Pacha Mama o Muerte”, Planeta o Muerte”, vocifera Evo cuando por fin, y después de varias horas de “números” musicales, llega el micrófono a sus manos. Sobre el semirremolque de otro camión ubicado en uno de los costados los jóvenes gritan desaforados “dignidad” y desde la otra acera una sobrecargada banda musical no da respiro con el single de campaña (pegadizo como pocos). Desde el incontenible corazón del mitín, en tanto, indígenas, estudiantes, profesionales, mineros, comerciantes y tantos otros no pierden detalle de las encendidas palabras del “líder espiritual admirado en el mundo entero”, según lo presentan.
Desde mi privilegiado lugar -junto a Esther Morales, la hermana el “presi”- aparto la vista del actor estelar y veo a Ramiro, cámara en mano, intentando escalar una columna del palco para llevarse el premio de un primer plano de Evo. No lo consigue por la intransigencia de un “seguridad”, pero siento a la distancia que eso no lo frustra, lo importante para él y para mí es estar ahí y sentir, aunque sea “de pasada”, la magia de este proceso histórico para el país. Tanto él como yo, además, lamentamos que muchos bolivianos que ocasionalmente hemos conocido a lo largo de este viaje –todos muy buenas personas- renieguen de este presente y no entiendan la importancia de lo que están viviendo y que, por ejemplo, llamen despectivamente a Morales “el indonecio”, es decir mitad indio mitad necio.
Desde la altura del palco Evo no promete, repasa lo hecho y lo que ha sembrado y espera cosechar en los próximos años. También advierte sobre los infaltables y molestos moscardones que se enquistan en los ojos de los bueyes que tiran del arado del progreso y la liberación boliviana. No anda con medias tintas. Blandiendo su índice en la fresca noche de Oruro asegura que no le temblará el pulso, cueste lo que cueste y caiga quien caiga, para aplastar a esas moscas que se empeñan en oscurecer el horizonte del país.
Esta vez la advertencia tiene destinatarios internos precisos: los dueños de los ingenios azucareros que, para poner palos en la rueda del vertiginoso cambio, venden afuera más barato que adentro. “Si no cambian de actitud me veré obligado a nacionalizarlos”, dice cejijunto Evo. Todos los que ahí estamos le creemos.
A los enemigos, la justicia
Ramiro y yo -que nos presentamos en el acto como periodistas argentinos y nos cobijamos debajo del ala protectora de un organizador que nos trató como pichones y nos colocó no sólo en primera fila a un par de metros del palco sino junto a la hermana del presidente, con quien nos sacamos un par de fotos, sentimos admiración hacia este boliviano que con el puño en alto grita convencido, entre otras cosas, que tanto el FMI como el Banco Mundial “algún día deberán resarcir a los latinoamericanos por todos los daños que les han causado”, y no deja de advertir sobre el juego perverso de la “derecha vendepatria, enemiga del pueblo” que conspira minuto a minuto para recuperar lo que ya inevitablemente se le escurrió de las manos.
El acto tuvo algunas particularidades tales como que entre discurso y discurso una numerosa banda musical ataviada de sus típicos trajes del altiplano arremetiera con temas larguísimos, momento en el que un grupo de guapas militantes aprovechaba para arrojar desde el palco bolsitas con hojas de coca a la multitud, mientras otras niñas entregaban a cada asistente un sanguchito de mortadela, que por cierto estaba muy rico.
Evo les dice a los suyos que deben sentirse orgullosos, porque “Bolivia dejó de ser indigna”, y porque “ahora no sólo se nos reconoce en el mundo, sino que se nos respeta”.
El discurso tiene todo lo que hace falta y todo lo que uno espera. Repasa lo hecho, lo que se está haciendo y lo que se piensa hacer. Pero emociona cuando ataca a los “terratenientes y oligarcas que le han venido robando al pueblo boliviano”. Es en ese momento cuando la marea azul de cientos de banderitas parece que va a romper los límites que la contiene. Y Evo lo sabe y lo explota, no por “tribunero”, sino porque sabe de lo que habla y porque él mismo es parte del sector que durante mucho tiempo vivió de las migajas que dejaban caer los poderosos de siempre cuando arrastraban el codo para llevar el suculento bocado a sus fauces. “Ha intentado esa derecha sacarme con un golpe de Estado”, casi susurra a miles de oídos, para elevar de pronto la voz y elevando el puño enorgullecerse diciendo que “fracasaron sencillamente porque cuando el pueblo se junta escapan como los delincuentes que son”.
Morales no olvida a los amigos de Bolivia, por eso desde la distancia y con el incomparable respaldo de su gente les recuerda a Fidel y a Chavez que “no están solos”, que “acá está el pueblo boliviano que también lucha contra el imperialismo norteamericano”. Tampoco deja de recordar Evo a otros presidentes latinoamericanos como Ortega, Correa y Mujica, a quienes les recomienda que perseveren en sus principios y que mantengan la fuerza “que aquí estamos nosotros para compartir lo poco que tenemos”.
El presidente habla más de media hora y todos lo seguimos con atención, porque sabemos que al final volverá a gritar esa frase que tanto molesta a la clase media alta boliviana de ciertas regiones del país: “Patria o Muerte”, y el pueblo “masista” volverá a desgañitarse con el “Venceremos”, para a dúo, después, coronar la noche con el eterno “Hasta la Victoria, Siempre”.
El final es una fiesta. La banda que sonó toda la jornada desde una de las tribunas baja al pavimento y durante varios minutos hace bailar a la multitud y también a Evo, que se mueve ondeando una Wiphala –bandera multicolor incaica-. El no baila abrazado a una chola para quedar bien ni por payaso (como el inefable ex presidente nuestro que lo hacía con odaliscas), sino porque es su música, porque está en su tierra natal (Oruro) y porque está entre su gente.
Después de seis horas y cansados pero contentos, nos retiramos del lugar para que ellos sigan con su fiesta, como si los dejáramos en el fragor de un acto íntimo.
que buen reporte grafico...
ResponderEliminarme encanto la foto del adulto mayor coqueando y cocacoleando,
la de marcelo teniendo la toalla entre las piernas,jajajaja.todavia no te compraste anteojos enano?
vuelvo a leer reporte.
me dieron ganas de saludarlos y brindar a vuestra salud, coma andantes...
nos vemos.
ramona.
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buenisimo, el reportaje y las fotos. a mi a tambien se me pone la carne de gallina al leerlo. ojala tambien otros presidentes latinoamericanos tuvieran los cojones de evo. felicitaciones chicos. suerte y adelate. los seguimos. besos. la cairota
ResponderEliminarUN ENCARGO PARA USTEDES:
ResponderEliminarEn uno de mis viajes me encontré con un ciudadano boliviano. Un tipo de un metro sesenta, tez oscura, nariz ancha, pómulos regordetes, pelo negro con flequillo y duro como alambre de fardo. Sin conocerlo conversamos por un rato. Me contó que era de Santa Cruz de la Sierra y cuando salió el tema politico me dijo que “esos indiecitos del altiplano apoyan a Evo porque, en la altura, la sangre no le llega bien al cerebro”. Lo miré bien, tratando de encontrar una diferencia exterior, la cual se me podría haber pasado. Imaginé que como en aquel viejo cuento, donde dos razas guerreaban desde ya nadie recordaba, de un momento para otro me diría: “No te das cuenta, ellos son la mitad izquierda negros y la mitad derecha blanca! Y nosotros lo opuesto!”.
Pero no. Las diferencias, pienso, son mucho mas profundas. Tal vez ustedes, con mucho mas tiempo que yo, pasen por Santa Cruz y descubran algo que no alcanzé a ver.
Excelente informe, todo un lujo. Me llenaste de emoción con el relato, Marcelo... Por acá también con la "piel de gallina" de principio a fin.
ResponderEliminarBesazos y éxitos, los sigo!
Elena
Nos desencontramos che!
ResponderEliminarSuubí hasta Sucre y ahora estoy en Tarija, bajando para Buenos Aires por la Feria del Libro luego vuelvo a Bolivia y sigo subiendo!
Un abrazo!
Juan Villarino
www.acrobatadelcamino.com
Marce, muy bueno.
ResponderEliminarMe encantó, que suerte que tuvieron de encontrarlo al evo en ese acto, un regalo extra en el viaje. Un gran abrazo para los dos y atesoren experiencias y recuerdos. Tendrán que compartirlos, eso si, los esperamos dentro de un año con el asadito, je je.
Abrazos
Gato
SUERTE HERMANOS.. KUENTENOS DONDE SE ESCUENTRAN AHORA...:)
ResponderEliminarNo me parece un modelo de País que sirva para mucho...Todos indios y con muy pocas expectativas..Ustedes se sienten identificados con esta gente? Yo no.
ResponderEliminarhola!! desde ya mis saludos a ustedes.. pero voy a aprovechar a tanta gente linda y les voy a dar un regalito.. muchos, si piensan como nosotros Ramiro, les va a gustar.. vean este link..
ResponderEliminarhttp://www.youtube.com/watch?v=QlT3Mw3qPoA
Hola Marcelo y Ramiro: Los felicito!! excelente los reportes y la nota sobre el acto en Oruro, emocionante sólo de leerla!! me imagino lo que será haber estado alli.
ResponderEliminarUn abrazo y Suerte!!!!!!!!! Noemi